LAS 9 FORMAS DE SENTIR HAMBRE

¿Alguna vez te has recostado cómodamente frente al Tv y al ver un programa sobre comida inmediatamente sientes crujir tu estómago aunque hayas cenado antes? O quizás tu mejor amigo abre esa colorida bolsa de papas fritas y con cada mordida crujiente tu estómago reclama ¡Hey, yo también quiero!. Pues bien, aquí te explico por qué y qué puedes hacer.

¿Qué es el hambre?

El hambre es una señal que el estómago emite a nuestro cerebro instintivamente con el propósito de garantizar nuestra supervivencia por medio de la alimentación. Es un acto fisiológico común para todos los seres vivos. En el caso de los humanos, este simple proceso está enormemente influenciado por diversos factores. Entre ellos, la organoléptica del alimento, nuestra percepción, el contexto cultural, social y económico, el clima, nuestras características propias y por supuesto nuestra experiencia previa. Por ello, es necesario considerar sus dimensiones, intensidad y la frecuencia en la que sucede.

Hambre, apetito, satisfacción y saciedad

Adicionalmente, factores como el apetito, la saciedad y la satisfacción . también influyen de manera significativa en nuestras formas de hambre.

Como ya sabemos, el hambre responde a la necesidad biológica de supervivencia, pues si no comemos simplemente morimos. A diferencia de esta, el apetito esta intrínsicamente ligado al placer, al goce y al deseo. Es decir, ¿Podemos sentir hambre sin tener apetito o, por el contrario, tener apetito sin sentir hambre? Sin duda la respuesta es sí en ambos casos, puesto que se sitúan en diferentes dimensiones. Mientras uno, el hambre, está ligado a una necesidad, el apetito está ligado al deseo.

Así mismo ocurre al referirnos a conceptos como saciedad y satisfacción. La saciedad es la respuesta que nuestro estómago envía al cerebro para advertir que su capacidad ha sido completada y no necesita recibir más alimento. Por el contrario, la satisfacción responde a nuestro deseo emocional de plenitud y complacencia -conocidos también como antojos- por comer algo específico. Por eso, cuando acabamos de comer y nos ofrecen nuestro postre favorito, nos es casi imposible rechazarlo, a pesar de estar saciados, necesitamos sentirnos satisfechos.

Identifica los 9 tipos de hambre

Ahora que ya sabes todos los elementos que pueden estar relacionados con tu hambre, te invito a conocer las 9 formas de sentirla:

Hambre visual

¿Has escuchado la frase “comer por los ojos”? en definitiva, la vista es uno de los órganos sensoriales más utilizados por los humanos, y la industria alimentaria bien lo sabe. Por esto, ante una imagen de comida colorida bien proporcionada en formas y combinaciones con empaques atractivos, nos sentimos atraídos y deseosos de comerla. Sin saber si realmente nos saciará o nos proporcionará los nutrientes que necesitamos.

Hambre auditiva

Ocurre cuando el sonido que emite el alimento nos incita a comerlo.  Si solo escuchar el crujiente mordido de esas papas fritas que te encantan o de aquellas exquisitas galletas de mantequilla que tanto te gustan, hace que corras a la despensa en su búsqueda, quizás este hambre sea con el que más te identificas.

Hambre Olfativa

Si eres de las personas que pasan por su panadería o cafetería favorita y no pueden resistir el delicioso aroma del pan recién horneado o el cafecito recién hecho, quizás este tipo de hambre sea el que más te represente. ¿Sabías que el olfato es el sentido que aún conservamos en su forma más pura? Este sentido es el más eficiente de todos, porque conecta directamente con nuestro cerebro con el propósito de salvaguardar nuestra vida. Por esto, al percibir un alimento con olor desagradable, nuestra biología se pone en marcha rechazando de manera automática la ingesta de aquello.

Hambre Oral

El Hambre oral responde al deseo de comer sólo por la satisfacción de saborear, masticar, lamer o chupar un alimento.
La boca, según Sigmund Freud -padre de la psicología moderna- representa la primera fase de la evolución libidinosa; y está relacionada al placer y el deseo, e incluye todas las partes que conforman la cavidad bucal desde los dientes, el paladar, la lengua y los labios, como agentes activos que acompañan el proceso de alimentación.

Hambre Táctil

¿Te gusta comer con las manos? ¿O quizás disfrutes de tomar un trozo de pan y desmigajarlo con tus manos mientras lo comes? Si eres de los que al ver un alimento sientes el impulso de tomarlo y sentir su textura, la forma que tiene, su suavidad o dureza antes de probarlo, es probable que este sea tu tipo hambre dominante.

Hambre Racional

¿Eres de los que piensas mucho antes de comer? Si constantemente haces juicios basados en creencias sobre si un alimento es bueno o malo, si lo comes o no lo comes, o si comes ciertos alimentos a determinadas horas del día, es posible que estes racionalizando demasiado tu hambre y limitándola a decisiones más que a sensaciones. El hambre Racional está conectado directamente a nuestro Ego y responde a los “debo comer esto” o “tengo que comer aquello”.

Hambre Celular

Nuestro cuerpo es muy sabio, y posee mecanismos de activación celular cuando necesita determinados nutrientes, que mientras no saciemos, seguirán demandado su falta de nutrientes a través de la señal de hambre.
Por eso en ocasiones nos provoca comer alimentos como frutas o verduras que habitualmente no consumiríamos en nuestro día a día. La señal de sed también entra dentro de esta categoria, por ser el agua un nutriente fundamental para la vida, siendo muy común confundir esta necesidad de hidratación con ingesta de alimento sólido.

Hambre Emocional

Ocurre cuando empleamos la comida para calmar o satisfacer una necesidad emocional. Cuando no desarrollamos las habilidades necesarias para identificar y expresar lo que sentimos o pensamos, es muy común que utilicemos la comida para hacerlo.
Así que si eres de las que, tras una ruptura sentimental, corres al refri en busca del pote más grande de helado tipo Renée Zellweger en el Diario de Bridget Jones, es hora de detenerte y buscar una mejor estrategia.

Hambre Estomacal o Real

Es el hambre fisiológica en su forma más pura y que ocurre de forma natural como mecanismo de supervivencia. En este tipo de hambre no existe antojos, deseos, creencias o juicios a la hora de comer, y la señal de saciedad ocurre cuando alcanzamos el volumen adecuado de alimento.

¿Puedo tener más de un tipo de hambre a la vez?

Definitivamente si, todas están conectadas y podemos sentirlas todas a lo largo de nuestra vida. Además, ¿Cómo podríamos separar el alma de cuerpo?, somos seres humanos llenos de emociones, sensaciones y pensamientos que vivimos dentro de un cuerpo que empleamos para comunicarnos y vivir.
Acá la importancia radica en saber identificarlas y reconocer cuál de ellas prevalece en determinadas situaciones. De esta manera podremos hallar el equilibrio y recuperar la coherencia emocional y corporal que tanto deseamos.

Cómo dejar de ser víctima de mi hambre

Aunque es un proceso que requiere tener ciertos conocimientos y disponer de algunos recursos, aquí te comparto un pequeño ejercicio que puedes hacer en casa.

Ejercicio (tiempo: 10 min aprox.)

  1. Escoge un alimento y examínalo objetivamente, como si de algo nuevo y desconocido para ti se tratase.
  2. Observa tu comportamiento antes de comerlo. ¿De qué manera recibes la información del alimento? ¿Hay algún alimento que te provoca más que este? ¿Deberías comerlo? ¿Cómo te sientes? ¿Se te antoja comerlo?
  3. Haz un registro escrito de tus sensaciones y pensamientos asociados al momento antes de comer el alimento.
  4. Ahora come el alimento, tomate tu tiempo y observa las señales que tu cuerpo te envía: salivación, saciedad, satisfacción, etc.
  5. Toma nota de tus hallazgos y trata de valorar tu experiencia puntuando del 1 al 10 cada uno de los tipos de hambre.
  6. Repite este ejercicio cuantas veces te sea posible, así podrás desarrollar en mayor grado tu consciencia alimentaria.

Todas las personas tenemos una historia que nos acompaña por siempre, incluso mientras comemos. SÍ realmente queremos cambiar nuestros cuerpos, lo primero es cambiar la forma en la que nos percibimos y pensamos sobre nosotros mismos.

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